lunes, 11 de mayo de 2009

Prólogo a una mini-observación desde el patio de atrás.

El ajetreo del montaje me deja exhausto. Ir, venir, acarrear, nivelar, alinear... Luego anochece poco a poco y el fin del día me pilla sentado en mi silla de observación, arrellanado, expectante. Voy viendo las primeras estrellas mientras pienso en los altibajos del día, en el trabajo, en el dolor de cabeza perenne que ahora se difumina poco a poco. Pienso en esta vida caótica, en nuestro destino. Respiro hondo y vuelvo a mirar hacia arriba: las estrellas, que hace unos minutos eran islas de luz en el cielo, ahora van completando los dibujos de las constelaciones. Doy gracias por esta sensación de serenidad. A pie de telescopio todo se equilibra, se centra. Por fin pego el ojo al ocular y entonces... Saturno.

1 comentario:

  1. ...y luego te aislas y te olvidas de todo lo demás, te haces uno con lo observado y te das cuenta de lo grandes y de lo pequeños que somos a un tiempo. Relativizas los problemas y la calma se instala en tu espíritu, de donde no debería partir jamás.

    Sentimiento compartido cien por cien, Frank.

    Un saludo !

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